"A quien quiera acompañarme le cambio versos por penas,
bajo los puentes del Sena de los que pierden el norte
se duerme sin pasaporte y está mal visto llorar..."











jueves, 29 de marzo de 2012

martes, 27 de marzo de 2012

Para la dieta femenina...

Nuria..., ¿es éste el anuncio de las patatas fritas al que te referías el sábado...????, ¡ja, ja, ja!!!!, comparto tu opinión..., deben estar buenísimas...



Aurora.

jueves, 22 de marzo de 2012

Felicidad...


Hoy hace 4 meses que está con nosotros..., ya sé que soy monotema..., pero..., ¡qué bien!!!!!!!.
Aurora.

martes, 20 de marzo de 2012

Habaneras de Sevilla

Un pequeño homenaje a Carlos Cano... y a otra época....
La letra es de Antonio Burgos, y en ella se inspiró Arturo Pérez Reverte para escribir "La piel del tambor".
De hecho cuentan que, antes de conocerse, una noche se encontraron en Casa Lucio y Arturo Pérez Reverte le dijo a Antonio Burgos: "Yo daría cuanto he publicado por haber escrito tus "Habaneras de Sevilla". Te las cambiaría a pelo, sin mirar..."

A mí esta copla, esta letra y esta voz me ponen la carne de gallina...

Jose.



"Aún recuerdo el piano
de aquella niña
que había en Sevilla,
la novia del embarcado
nunca la siesta dormía.
Sola en los corredores de mecedora,
de consola y lorito, sueña el querer
que a Cuba se fue,
y aquella mujer
está tocando el piano;
escriben sus blancas manos
cartas de amores
que han de volver.

Ay, goleta antillana,
ay, cuánto lo quería,
que era trigo su pelo cuando embarcaba,
que era nieve el pañuelo que adiós decía...
Ay, suspira la fuente,
ay, dormita el pregón...
La copla de un pianillo
se va metiendo por los balcones,
navegan los galeones
que hay en los cuadros del corredor...

Se bambolea
la goleta en el río
se bambolea,
que viene de Sanlúcar
con la marea.
Viva Sevilla
y los barcos que salen
pá las Antillas.
Viva Triana
y los barcos que vienen
desde La Habana.

Se calla el pianillo,
tras los visillos
suena el piano,
qué dulce lo toca ahora
la novia del embarcado.
Las mecedoras bailan sus habaneras,
con su son de caoba, manigua y ron,
y se abre el balcón,
suspira el pregón.,
ay, barrio del Baratillo,
tiene color de Murillo
la siesta triste
de aquel salón...
Ay, novio marinero,
ay, capitán de mi puerto.
Qué blancas son las velas de tu goleta,
qué secretas las penas de mi pañuelo.
Ay, que se fue pá Cuba,
ay, que venga por Dios...
Que venga por el río,
con su goleta, desde Sanlúcar,
que esta copla de azúcar
pone más dulce mi corazón."

lunes, 19 de marzo de 2012

Día del padre...

¿Qué tal ésta...?


Jose.

!!!Felicidades¡¡¡


Pues eso que felicidades, a todos los interesados
http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9#Variantes
.....¿la foto?, .... y cuál hubiérais puesto vosotros para este post?.
Neitor

lunes, 12 de marzo de 2012

ElectroDiegui...

Dieguitis y la electricidad estática...... ¿Entendeis ahora aquello de "parece que te has peinado metiendo los dedos en un enchufe..."?
Jose.

sábado, 10 de marzo de 2012

Hagan juego señores...

Escalera de color...
Doble pareja...
Trío...
Pareja...
Y el as..., jeje!

¿Alguien da más...?.

Aurora.
(Copyright: Amalia)

lunes, 5 de marzo de 2012

Al filo de lo imposible: "Aventura en la Covatilla"






Y..., ¿os contó Benito qué fué de Gonzalo...?, ¡¡¡¡¡se fugó con una bailarina rusa de strep-tease que estaba alojada en el hotel...!!!!!, ¡ja, ja, ja...!, Candelario= Twin Peaks...
Aurora.

Lo que quiero ahora...

Por Ángeles Caso.
"Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas. O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso. O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio. Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera. Detesto los coches de lujo que ensucian el mundo, los abrigos de pieles arrancadas de un cuerpo tibio y palpitante, las joyas fabricadas sobre las penalidades de hombres esclavos que padecen en las minas de esmeraldas y de oro a cambio de un pedazo de pan.
Rechazo el cinismo de una sociedad que sólo piensa en su propio bienestar y se desentiende del malestar de los otros, a base del cual construye su derroche. Y a los malditos indiferentes que nunca se meten en líos. Señalo con el dedo a los hipócritas que depositan una moneda en las huchas de las misiones pero no comparten la mesa con un inmigrante. A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. El recuerdo dulce de mis muertos. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo."

Aurora.