Historia verídica de las 15,50 horas.

15, 50 horas del 11 de Octubre, como todos los días después de comer, pues a descomer, vamos a plantar un pino, como todos los días. Cojo mi libro de cabecera, bueno mas bien, de cisternilla, desde hace varios meses es El Quijote, y me dispongo a leer el capítulo diario. Como Pirulo y muchos otros mortales saben, ese es un pequeño placer de la vida. De repente cuando más imbuido estoy en la andanzas del Ingenioso Hidalgo, oigo unos gritos en la casa, mezclados con pequeños sollozos, ¡Manolo! ¡Manolo!, Qué coño pasará precisamente ahora que estoy ....., de nuevo ¡Manolo! ¡Manolo!, me levanto a toda prisa, (imaginaos como) y abro la puerta del baño sobresaltado, me asomo al pasillo y veo a Nuria con la cara desencajada, ¿Qué pasa?! ¿Qué pasa?, le pregunto, que hay un ratón en el salón, ¿Cómo?, ¿un ratón?, te habrás confundido, le digo; que no, que no, que lo he visto correr desde la pared hasta el sillón. A este mortal se le ha acabado por esta tarde del placer de Cervantes y la cabezadita diaria.
En primer lugar sellamos la habitación con toallas en los bajos de la puerta para que no escape a otras habitaciones. Remuevo los sillones y veo que sale corriendo y se mete dentro de uno de ellos. Bueno, me digo, por lo menos lo tengo localizado. Cojo el sofá y el otro sillón y los desplazo hacia un rincón. Voy a por las armas para la cacería, un cepillo de barrer y un paraguas, es lo más a mano que tenía. Me siento en una silla con el cepillo en la mano, como una estatua, a esperar que se confíe y salga. A los 15 minutos le veo la cabecita por debajo del sillón, empieza a juguetear, pero sin salir de su guarida.Al cabo de un instante se desplaza por el suelo unos centímetros hacia la puerta; creyendo que es suficiente distancia, me lanzo como un tigre de Bengala hacia mi presa, pero como buen ratón, es más rápido que yo, y se vuelve a introducir en el sillón. Tendré que esperar otros 15 minutos. Asi es, al cabo de ese tiempo vuelve a salir, me quedo quieto, espero que salga, pero lo doy más margen, me lanzo de nuevo... y tampoco, me ha vuelto a engañar. Así hasta tres veces más.
Son las 17:45 horas y todavía estoy sentado en una puta silla, más incómoda que la leche, sin mover un dedo, esperando que un puto ratón, que me ha jodido la cabezadita y la "Lectura" del Quijote, salga para cazarlo. Sale por quinta vez, yo con el cepillo a ras de suelo preparado como un lince, le doy confianza y cuando menos se lo espera, arrastro el cepillo y lo estampo contra la pared, ¡De aquí no sales cabrón!, llamo a Nuria, ¡traéme algo!, una sartén, una espumadera, yo que sé, algo para rematarlo. No me entretengo, aprieto bien el cepillo contra el rodapié blanco, - me da igual que se quede el ratón en rodapié como un calcamonía - pero este no sale vivo. Aflojo un poco, y por fin lo veo inmóvil, le doy unos pequeños toquecitos, por si se está haciendo el muerto, compruebo que no, que está muerto. Llamo a Nuria para que lo vea muerto, si no , no se fía, y lo tiramos.... por el balcón, Nuria no soportaría verlo en cubo de la basura.
Os juro que esto es verídico, que nos ha pasado esta tarde.
Los Chinos